Bien, vale.... (los peligros de la electrónica)

Esto es lo malo de tener un coche que no se termina de entender con el ipod. Que te selecciona las canciones haciendo una lista a su manera, aleatoriamente, o por orden alfabético ( lo juro! a continuación de "Casta diva" de Bellini, me ha puesto "bellotero pop", de Fernando Esteso"!!!). Y no te queda más remedio que entender (por lo menos a los que nos creemos cartesianos), que solemos tender a pensar que las riendas de nuestras vidas obedecen a las mismas reglas que la electrónica. O sea, a ninguna. O, al menos, a ninguna medianamente definida.

Y todo es una mierda pinchada en un palo (perdonadme la expresión, pero no me negaréis que es gráfica!), porque nada es como en las novelas, ni siquiera como en las telenovelas. Porque me muero de ganas de dar un abrazo (y felicitar el año nuevo, qué le vamos a hacer, uno es así de cursi!) a gente que, o no se lo merece, o está lejos!

Y no sólo felicitar el año nuevo, sino invitar a un helado viendo el final de "El Padrino", o apretarme contra su espalda al bajar en trineo la cuesta nevada de Cotos. Incluso dejarle encender mi chimenea, ahora que le vendría bien una limpieza de hollín después de tantos inviernos.

Es lo malo de estar sin fuerzas, y con un teclado a mano, como siempre, en las peores condiciones. O en las más frágiles.

Y no tengo fotos. Ni me apetece buscar canciones. Y más lo siento yo, pero hace un frío que pela! Debe de ser que la calefacción es electrónica también, está compinchada con el ipod, y de un momento a otro me va a empezar a tocar a Ella Fitzgerald.