viernes, 14 de septiembre de 2007

Cheers!

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Hubo un tiempo (y ya estoy empezando a hablar como el abuelo de Heidi...ufff!!!) en que se podía ver la televisión sin bajarse capítulos de internet por no vomitar.
(Y que conste que no soy uno se esos snobs que reniegan de ella por poco elevada. De hecho, no veo ni los documentales de la 2. Ni eso, ni nada, porque en mi casa no se ve la tele. simplemente)

Qué serie os sugiere entrar en un bar y que griten desde la barra:
"NOOOOOOOOOOORM...."?

Ésta, naturalmente:



Allí estuve. En el lugar de autos.
Sólo de pensar que por allí se había paseado Kirsty Alley se me pusieron los pelos de punta (al fin y al cabo, uno no recorre el camino de su primer amor todos los días!)

El interior no es igual que en la serie (aunque hay una réplica exacta, al otro lado de Boston, no es el auténtico "Cheers!") pero tiene su gracia:



(y, si no, que se lo digan al tío ese de la derecha, el de la cara de alelao...)

Perdonad la calidad de la foto, pero las condiciones no eran las mejores, y aunque la pinta de turista mitómano ya la llevaba incluida, no era cuestión de montar trípode, flash y reflectores.....

Allí comí, me tomé una Sam Adams a la salud de Sam, de Norm y los demás (y de Kirsty, faltaría más!) y me acordé de cuando veía la tele.

(Por cierto, tengo que llamar al antenista!)

martes, 11 de septiembre de 2007

El hijo del panadero

Hace poco publiqué una entrada animando a un amiguete que andaba algo jodido.
Se trataba del hijo de un panadero, alguien que se dedicó a vender enciclopedias o ser profesor hasta bien entrado en añitos, hasta que un día, una hermana suya de leche (de esas que había antes, que compartían matrona porque sus madres no podían darles teta) le convenció para que se dedicara a lo que estaba destinado a hacer.
Y a hacer como Dios, además.
Ella se llamaba Mirella Freni (bendita sea su estampa!!!!)

Bueno, pues ese amigo, hace poco, ha muerto al fin.

Como ese amigo era bastante famoso, los telediarios se han llenado de recuerdos, hasta llenar la programación con arias suyas para que acabáramos hartos como si de un James Blunt se tratara, además de repetir hasta la náusea "pérdida irreparable" del "tenor que popularizó la ópera" , "era querido por todos" y demás frases hechas.

Ahora, que ha cesado un poco el ruido, que los telediarios vuelven a sus cosas y a sus lugares comunes, ahora que vuelven a cerrar con el último lanzamiento de Paulina Rubio o de Bisbal, me da la gana a mí de subir este vídeo.

Es de 1979, en la Scala de Milán. Algo que nunca podré ver ni oir (y eso es lo que duele!)



No es "nessun dorma" ni nada épico, pero es una forma de dar las gracias a Mirella por no permitir que mi amigo terminara sus días en la panadería de su padre. Porque allí, hubiera sin duda sido feliz.
Pero nosotros, sin duda, hubieramos sido mucho más pobres.

Un abrazo, Luciano

lunes, 3 de septiembre de 2007

Para ella




Hay personas que demuestran, por el hecho de estar vivas, que la justicia no existe. Que es una cosa de jueces, fiscales y demás ralea, pero que no tiene nada que ver con la vida real. Con la vida. Sin más.

Hay personas que demuestran, por el hecho de estar vivas, que es posible un rayo de esperanza. Que la vida puede cebarse con ellas, pero siempre podrán recoger los bártulos del suelo, limpiar con cuidado y un poco de rabia los restos de la fiesta, ponerse en pie, y acostarse solas para descansar, aunque duela.

Disimulando alguna lágrima, por no dar el espectáculo, y un poco por orgullo también (orgullo bien entendido, por una vez), sonándose la nariz, poniéndose en pie y dispuestas a seguir tirando hacia adelante, mientras se frotan las manos asustadas por lo que les queda por detrás.

Sabiendo que ya no quedan canciones, ni viajes, ni sueños compartidos, y que al frente se está rematadamente solo.

Buscando el consuelo dónde no lo hay. Preguntándose qué es lo que queda para el día siguiente, y de dónde sacarán las fuerzas para afrontarlo.

Dudando, porque es inevitable, de si el tiempo pasado ha sido perdido o desperdiciado, pero sin renegar de él a pesar de todo.

Maldiciéndose a hurtadillas por si la culpa ha sido suya, aunque sea sólo en parte.

Esa gente demuestra, por el hecho de estar vivos, y de ser así, que a pesar de que la justicia y los sentimientos sean como el agua y el aceite, líquidos igual, pero incompatibles, a pesar de los golpes, de lo puta que es la vida a veces, y lo hijadeputa que es casi siempre, todo, absolutamente todo, puede hacerse con dignidad.

Eso es admirable.

A ese tipo de gente, suele gustarle canciones como ésta.



A mí no. Pero es que yo, a ese tipo de gente, no le llego ni a la altura del betún de los zapatos.

(sobre todo, dignidad....)