martes, 26 de junio de 2007

Un cuento.

No sé por qué me da ahora por contar la historia de Antoine de Saint-Exupery (St.-Ex, para los amigos), pero, ahí va....



Es muy conocido como autor de "el Principito", pero fue mucho más que eso. Fue uno de los pioneros de la aviación, y creó el servicio aeropostal entre Argentina y Chile, por ejemplo. Llevaba las cartas entre Buenos Aires y Santiago en su avión monoplaza descubierto por encima de los Andes, pasando frío y sueño, pero viendo todas las estrellas del cielo más bonito del mundo.
De uno de esos trayectos surgió "vol de nuit", su primer libro.
Sin duda fue mejor escritor de piloto, porque se escoñó un par de veces con el avión, salvando la vida milagrosamente.
Pilotó en África, y sobrevolando el Sahara tuvo otro accidente, gracias al cual imaginó "le Petit prince".
("lo que embellece el desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua")
También fue piloto militar, y corresponsal de guerra, en España, en 1936. Allí escribió una crónica apasionada pero a su manera, como todo lo que hacía.
Conoció al amor de su vida en una salvadoreña pero su matrimonio fue bastante anárquico y particular. A veces es difícil de conjugar el "amour fou" con tener que pagar una hipoteca.

En 1939 se presentó voluntario como piloto de caza al declararse la Guerra Mundial, pero al tener 39 años y una salud delicada, fue rechazado. Insistiendo mucho, logró alistarse como piloto de reconocimiento.
En 1944, poco después del comienzo de la liberación de Francia, al volver de una misión, fue derribado en el Mediterráneo, y murió.
Nunca se encontraron ni su cuerpo ni los restos del avión, a pesar de que se buscaron con ahínco por haberse convertido en una celebridad.

Hace poco, tres o cuatro años, por fin, encontraron los restos de su avión, cerca de Marsella y del castillo de If. Buscaron durante días su cuerpo para darle una sepultura digna de una Gloria de Francia, pero, decididamente, su sitio no era el Panteón de Hombres Ilustres. Él debía de estar en algún sitio del cielo de los Andes, o, mejor aún, en el asteriode de su principito. Porque, después de mucho buscar, sólo lograron hallar, en la cabina destrozada del avión, una pulsera.
En ella, aún se leía:
"Consuelo"

Yo también quiero que me domestiquen!

9 comentarios:

Pmorango dijo...

Que te domestiquen te convierte en perro pastor...ten cuidado con lo que deseas

QQ dijo...

Bueno, la escenita del lobo libre y solitario aullando a la luna creo que está algo sobrevalorada. Seguro que. si le preguntaras, te contestaría que no le vendría mal algo de calor, algo de compañía, domesticar y sentirse domesticado hasta cierto punto.

Pmorango dijo...

La cuestión es "hasta cierto punto" y quien lo pone.
Qué somos, qué queremos ser y qué pretendemos que crean que somos
El lobo libre y solitario añora de vez en cuando la manada. Y se inventa una piel de cordero.
Al final de la historia le puede el instinto, y siempre hay una oveja atónita viéndole huir hacia el monte sin enteder...

QQ dijo...

Se habla mucho de lobos con piel de cordero, pero.......y los corderos con piel de lobo?

Pmorango dijo...

Tienes un buen juego de caderas.
De todas formas a un lobo es difícil colarsela. Cuestión de olfato.

QQ dijo...

Pues a pesar del olfato, no tengo ni idea de quién eres, y me gustaría saberlo. Soy así de cotilla, qué le vamos a hacer?......

Pmorango dijo...

Otro lobo. Me pareció reconocerme en tus historias. No quedamos muchos -ya sabes- la caza indiscriminada y la tendencia a culparnos de todas las tragedias del rebaño.

QQ dijo...

Bueno, yo no me definiría en la categoría de "lobo". Más bien, y como mucho, en la de "perro asilvestrado". De esos que dudan entre seguir sufriendo el hambre y la libertad, o el pienso calentito, alguna caricia, y la correa. El caso, es añorar...

Pmorango dijo...

Lástima. Tendré que seguir buscando en el monte algún lobo que tenga respuestas. Estaré pendiente de todas formas, por si algún día te descubres mirando a la luna y te asaltan las dudas.