La gente del malecón

Me han reprochado a veces que suelo sacar muchas postales en mis reportajes-relámpago, pero poca gente en ellas. ("reportajes relámpago" porque casi nunca estoy más de un día en cada sitio, no porque sean impresionantes ni cegadores, se entiende...).
También me han reprochado (y esto es peor) que últimamente hago fotos "sin alma".
Y, lo peor, es que es cierto.

Ante la primera acusación, puedo alegar que por los sitios por los que me muevo, no es muy aconsejable hacer alarde de equipo fotográfico, ni apuntar a la cara con un teleobjetivo (suelen estar acostumbrados más bien a que les apunten con un revólver, y así, la verdad, no hay manera).
También, que soy de naturaleza más bien pudorosa, y me cuesta lo de "robar" retratos, así, por la cara.

A lo del alma, es más difícil de contestar.

Bueno, al grano: hace poco, en el malecón de La Habana, por lo menos, disfruté paseando, y haciendo fotos. Y eso es un buen comienzo para recuperarla, no?















Otro día subo más....

Y no quiero pecar de imprudente, pero, aunque ya sé que están hartos de cartillas de racionamiento, de colas para todo, de leche en polvo y jabón de mierda, de periódicos infumables como el Granma y de carteles publicitarios con consignas políticas para subnormales, parece que la gente, la gente de la calle, es un poco más feliz, o, al menos, sonríe un poco más que en otros lugares con menos mugre.
Lo mismo es que los eructos revolucionarios, a pesar de todo, no son incoimpatibles con la sonrisa.
O, lo más seguro, es que me esté pasando de listo, no tenga ni puñetera idea de la realidad de Cuba y esté juzgando a la ligera, como se suele hacer a menudo.

El caso es que se estaba bien allí.

Y encima, disfruté haciendo fotos.

Y encima, no tengo que regalar mi equipo fotográfico, gracias a eso.

Se puede pedir más?